orejas

Cualquiera que viaje al noroeste de España debe estar preparado para acumular kilos, tanto si se sirve como invitado de alguien, como si pide en un restaurante. Si está allí para el carnaval de febrero, le recomendamos que lo haga todo.

A los gallegos les gusta comer, mucho, incluso demasiado. Si un gallego le invita a comer a su casa, más vale que esté preparado para ser alimentado como un cerdo antes de la matanza (o San Martiño, como dicen ellos). Neniño”, te dirán con su acento cantarín, come más, estás demasiado flaco, aunque en realidad peses 200 kilos. Es la debilidad de una población envejecida que sabía lo que era pasar hambre, sobre todo en las zonas rurales. El único consuelo que puede tener tu estómago es si eres vegetariano: los gallegos ni siquiera saben lo que significa no comer carne.

Los alimentos básicos de la gastronomía gallega son productos frescos de la tierra. La preparación de la mayoría de los ingredientes no es muy compleja para que se mantenga la intensidad de los sabores originales. Algunos han acusado a la comida gallega de ser aburrida, pero destierre ese pensamiento de su mente. Entre la cantidad de fiestas y carnavales a los que ha dado lugar se encuentran la fiesta de la empanada en Noia, la fiesta de los mejillones en Illa de Arousa, la celebración del requesón en A Capelaor o el cocido de Lalín, este último ascendido a fiesta turística nacional, que se celebra cada domingo antes del carnaval.

orejas de elefante de pastelería

Es una receta sencilla, sin grandes complicaciones, pero conviene seguir alguna recomendación para que las orejas salgan perfectas. Aquí nos gustan muy finas, para que queden crujientes. No utilizar levadura en polvo. Hay sitios donde se utiliza, pero quedan blandas y nada crujientes.

Ahora añadimos la harina, poco a poco. Primero mezclamos con la ayuda de un tenedor, y luego directamente con las manos. Amasamos hasta tener una masa suave y manejable, algo húmeda al tacto. La cubrimos con un paño limpio y la dejamos reposar (a temperatura ambiente) durante al menos 1 hora.

Calentamos abundante aceite de girasol (sin vaporizar) y freímos las orejas, vuelta y vuelta, hasta que estén ligeramente doradas. Intentar que no se pasen demasiado y que tengan un color claro. Fríelas de dos en dos, para que no bajen la temperatura del aceite y no se peguen.

comidas de carnaval

Cualquiera que viaje al noroeste de España debe estar preparado para acumular kilos, tanto si se sirve como invitado de alguien, como si pide en un restaurante. Si está allí para los carnavales de febrero, le recomendamos que vaya a por todas

A los gallegos les gusta comer, mucho, incluso demasiado. Si un gallego le invita a comer a su casa, más vale que esté preparado para ser alimentado como un cerdo antes de la matanza (o San Martiño, como dicen ellos). Neniño”, te dirán con su acento cantarín, come más, estás demasiado flaco, aunque en realidad peses 200 kilos. Es la debilidad de una población envejecida que sabía lo que era pasar hambre, sobre todo en las zonas rurales. El único consuelo que puede tener tu estómago es si eres vegetariano: los gallegos ni siquiera saben lo que significa no comer carne.

Los alimentos básicos de la gastronomía gallega son productos frescos de la tierra. La preparación de la mayoría de los ingredientes no es muy compleja para que se mantenga la intensidad de los sabores originales. Algunos han acusado a la comida gallega de ser aburrida, pero destierre ese pensamiento de su mente. Entre la cantidad de fiestas y carnavales a los que ha dado lugar se encuentran la fiesta de la empanada en Noia, la fiesta de los mejillones en Illa de Arousa, la celebración del requesón en A Capelaor o el cocido de Lalín, este último ascendido a fiesta turística nacional, que se celebra cada domingo antes del carnaval.

Receta de orejas de carnaval gallegas 2022

Es una receta sencilla, sin grandes complicaciones, pero conviene seguir alguna recomendación para que las orejas salgan perfectas. Aquí nos gustan muy finas, para que queden crujientes. No utilizar levadura en polvo. Hay sitios donde se utiliza, pero quedan blandas y nada crujientes.

Ahora añadimos la harina, poco a poco. Primero mezclamos con la ayuda de un tenedor, y luego directamente con las manos. Amasamos hasta tener una masa suave y manejable, algo húmeda al tacto. La cubrimos con un paño limpio y la dejamos reposar (a temperatura ambiente) durante al menos 1 hora.

Calentamos abundante aceite de girasol (sin vaporizar) y freímos las orejas, vuelta y vuelta, hasta que estén ligeramente doradas. Intentar que no se pasen demasiado y que tengan un color claro. Fríelas de dos en dos, para que no bajen la temperatura del aceite y no se peguen.